A Hans Berlin le gusta servirse como un esclavo sexual de vez en cuando. Especialmente cuando es para una sesión de sexo con un maestro, uno real. En estos casos, cuando sabemos que nos tomarán totalmente en la mano, es el calor. Hans siguió las indicaciones del jefe y lo esperó en su casa, de rodillas, con los ojos vendados, la puerta de su apartamento abierta de par en par. Un esclavo necesita hacer su servicio, chupar como si su vida dependiera de ello y poner a disposición su coño. El Maestro Florian lo explotará para su placer y le recordará qué poderosa influencia sexual y cerebral tiene sobre él.